18 mujeres de La Jacetania y el Alto Gállego, claves para el desarrollo de sus pueblos

Una veintena de mujeres de 14 pueblos de las comarcas de La Jacetania y el Alto Gállego participan, desde esta semana, en un ambicioso proyecto que lleva por título Mujeres para cambiar el mundo rural. Se trata de un programa para impulsar la economía social y solidaria y el emprendimiento social femenino en entornos rurales, que cuenta con 45 alumnas de todo Aragón y está coordinado por la asociación Camaleo (Orós Bajo).

En el caso de La Jacetania y el Alto Gállego, Badaguás, Artieda, Novés, Piedrafita de Jaca, Orós Bajo, Santa Cruz de la Serós, Canfranc Pueblo y Canfranc Estación, Biescas, Villanúa, Larués, Osán, Botaya y Artosilla son los enclaves de los que proceden las mujeres participantes.

Una veintena de mujeres de Alto Gállego y Jacetania, clave para el desarrollo de sus pueblos
Una veintena de mujeres de Alto Gállego y Jacetania, clave para el desarrollo de sus pueblos.

Formación, prácticas y puesta en marcha de una cooperativa son las tres fases del proyecto, que se desarrollará durante los próximos meses. La iniciativa está financiada por el Gobierno de Aragón y cuenta con fondos comunitarios. Se realiza en el marco de Concilia, donde, a su vez, participa Adecuara, junto a otros 7 grupos de Acción Local aragoneses.

El objetivo de Mujeres para cambiar el mundo rural es «impulsar la economía social y solidaria en los territorios rurales»

El objetivo de Mujeres para cambiar el mundo rural es «impulsar la economía social y solidaria en los territorios rurales aragoneses», explican sus promotores. Por eso, estas mujeres recibirán formación y apoyo «para impulsar sus propios proyectos emprendedores y para convertirse en agentes de cambio en sus territorios».

El programa nace con un triple objetivo. En primer lugar, se trata de dotar a las mujeres participantes de competencias y herramientas para desarrollar con éxito su propia idea o proyecto emprendedor en territorio rural, asegurando un impacto positivo en sus entornos.

Para ello, se pretende dotar a las participantes de herramientas para actuar como dinamizadoras de sus municipios y entornos, y como impulsoras de nuevos modelos económicos y sociales más solidarios y sostenibles.

Por último, el objetivo final pasa por impulsar un proyecto colectivo que ofrezca a estas mujeres un marco y apoyo para desarrollar de manera más efectiva su actividad.

Formación para que las mujeres pongan en marcha su propia cooperativa

Para conseguirlo, el programa, que ya comenzaba esta semana, consta de tres fases. En la fase formativa, que se desarrolla online, las participantes se familiarizan con las áreas más tradicionales del emprendimiento. Entre ellas, gestión económica, ventas, tecnología para el
emprendimiento o marketing. Y, también, con contenidos innovadores, como participación, liderazgo o resolución de conflictos… Una vez finalizada la formación, las mujeres que así lo deseen podrán llevar a cabo prácticas en sus territorios, impulsando procesos colectivos con el apoyo de profesionales.

Por último, el programa contempla la posibilidad, para quien lo desee, de formar
parte de la creación y desarrollo de una cooperativa de impulso empresarial con el apoyo técnico necesario.

Las dificultades para las mujeres y los menores de 35 años en el entorno rural

En el contexto actual, las consecuencias todavía impredecibles de esta crisis afectan especialmente a determinados sectores y territorios. Entre ellos, a aquellos entornos rurales que, ya antes de esta crisis, enfrentaban graves problemas para desarrollarse, amenazados por la despoblación y por modelos económicos poco sostenibles, recuerdan los impulsores del proyecto.

Estas consecuencias económicas afectan especialmente a las mujeres y a las personas menores de 35 años, ya que la actual crisis se suma a la ya existente situación de desequilibrio, especialmente grave en los territorios rurales.

Uno de los elementos que influyen en este desequilibrio es el hecho de que las mujeres habitualmente emprenden y trabajan en ámbitos y sectores menos valorados, más sociales, intentando dar respuesta a necesidades existentes en su entorno, y que plasman en iniciativas que no encajan en los programas y planteamientos más estandarizados.

En este sentido, los promotores de Mujeres para cambiar el mundo rural recuerdan que «está comprobado que la economía social y solidaria responde mejor a las crisis porque está enraizada al territorio y apoyada en redes de solidaridad que se activan en caso de dificultad».

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